jueves, 2 de agosto de 2012

Pejerreyes en el Paraná Guazú


 En el Paraná Guazú, caminar tiene premio “de plata” 

En la Asociación Argentina de Pesca anexo Guazú pudimos vivir una linda jornada de pesca breve, con el asadito de rigor, y despuntar el vicio con sus rápidas flechas de plata que exigen al pescador.

En estos tiempos de días de frío intenso que agarran a las lagunas bonaerenses muy bajas y con pejes muy aletargados, una excelente opción de pesca es el Paraná Guazú. En sus diversos muelles, algunos pertenecientes a clubes de pesca y otros a recreos de acceso público, podemos conformar perfectamente el plan de una pesca costera entre amigos, y hacerse el asadito al mediodía para un oportuno descanso.

En esa intención fuimos el pasado lunes con nuestros colaboradores Gustavo Miranda y Roberto Gil, con quienes vivimos una pesca discreta pero muy interesante en el anexo Guazú de la Asociación Argentina de Pesca, justo en la con uencia del Guazú con el Talavera.

Se llega al mismo por Panamericana, tomando luego complejo Zárate- Brazo Largo y, antes de empezar a subir el segundo puente, desviándonos a la derecha, para pasar por debajo de la ruta y luego tomar nuevamente a la derecha en dirección al río. Siguiendo los carteles, llegaremos tras unos 4 kms. de camino en buen estado a los recreos de la Asociación Argentina de Pesca y, al lado, el camping Keidel, de acceso público. Ambos comparten el mismo ámbito de pesca, en la citada con fluencia, y poseen similares comodidades, sólo que en uno se permiten visitas sólo acompañadas de un socio y en el otro se puede acceder pagando una entrada accesible.

La mañana del lunes, soleada pero muy fría, nos encontró en ruta bien temprano. Hicimos el alto obligado en lo de El Viejo Pacú para proveernos de mojarras e isocas -carnada que a veces rinde muy bien- y seguimos viaje hasta destino, a unos 125 kms. del Obelisco porteño. El muelle presentaba escarcha y apenas dos socios se encontraban realizando el infatigable ida y vuelta con rotación en la punta (código que en esta pesca de caminata río abajo acompañando las boyas siempre hay que respetar sin “estacionarse” demasiado en la punta). Armamos equipos que nos permitieran tirar bien adentro un punterito pescador pesado. Así, mientras yo opté por una Shimano Sojurn de 4,20, mis amigos optaron por equipos Sur sh: Miranda usó caña Cochicó y Roberto una Cronus de 4,30. Un dato útil: un delantal pescador de amplios bolsillos resulta sumamente cómodo para llevar alguna mojarra de carnada, ir guardando las piezas a medida que caminamos y llevar trapo para las manos y alicate multipropósito.

Las líneas que usamos fueron las de clásicas boyitas yo yo pequeñas, o líneas de pequeñas boyas cometa con tramposas en yo-yo, hecho que facilitaba ver bien los piques y, a su vez, que el pez tomara los cebos con confianza. Pese al excelente tamaño de mojarras encarnadas en anzuelitos 3 a 5, y a que probamos en distintas brazoladas, en todo el muelle no salió un peje hasta las 10.30 de la mañana, hecho que marca que el frío intenso también perjudica la pesca aun en estos ámbitos de aguas pasantes.

Pero luego, como si hubiesen dado campana de largada, hubo una excelente racha de pique entre las 10.30 y las 12.30, donde los pejes tomaban decididos, especialmente si reteníamos levemente la línea en su trajín, haciendo elevar las brazoladas. Los pejerreyes comían a 0,25 cm en primera instancia y con mayor temperatura terminaron picando a 15 o 20 cm. Para eso es bueno el yo yo, que permite variar las brazoladas. Como suele ocurrir, el pique se concentró en los metros finales del muelle y dejando derivar la línea al llegar al extremo del mismo. A veces, picaban a unos 15 metros del muelle, en otras ocasiones pescando bien pegado al mismo. El pique es rápido, a veces hundiendo boya y en otras con desplazamientos laterales bien pronunciados. Hay que estar atentos y con panza controlada para poder clavar a tiempo.

En cuanto a tamaños, pejerreyes de 25 a 30 cm. fueron los predominantes, pero hubo excepciones hacia arriba (uno de 37 cm) y hacia abajo. Eso sí, todo el peje lucía muy flaco y bocón. Contabilizamos en las dos horas de buen pique 25 ejemplares extraídos y otros tantos piques errados, tras lo cual hubo un parate de media hora sin capturas. A eso de las 13 decidimos dar por concluida la jornada de pesca y aprovechamos las excelentes y cuidadas instalaciones de la Asociación Argentina de Pesca (que tiene un nuevo cuidador de excelente trato) para hacernos el asado en el quincho cerrado, higienizarnos y volver a Baires para cumplir con nuestros respectivos trabajos.

Esa es la ventaja de un pesquero como éste, muy a mano de los grandes centros urbanos y con accesos inmejorables para armar, aunque más no sea, un medio día de pesca que nos deje bien satisfechos, cambiando el aire y dejando los problemas a un costado al menos por un rato.

Fuente: Viva la Pesca
de Diario Popular

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