Pese al calor, ubicamos a los grandes en la zona
del “cementerio de los barcos”
por Wilmar Merino
para Viva la Pesca
de Diario Popular
El guía Fabián Smeail nos propuso hacer un intento en una zona de Playa Honda a la que le tenía fe. Y no falló. Metimos 40 piezas en una mañana, la mayoría de los cuales pasaron los 30 cm., con media docena entre 40 y 47 cm.
Partimos desde Villa La Ñata, Tigre, desde la guardería Altos del Canal, siguiendo derrotero por río Luján hasta el Río de la Plata, luego cruzamos el canal Mitre por la boya 25, y continuamos el derrotero hasta Playa Honda. La navegación, hecha en una Regnícoli Marea de impecable terminado a cargo de nuestro guía, no sólo fue cómoda y segura sino también rápida. Y, se sabe, menos tiempo de navegación es más tiempo de pesca.
Empezamos al garete por la zona del Sofía, que perdió una de sus boyas señalizadoras por el tornado de días atrás. Armamos calle de ceba y empezamos a hacer “caminar” las boyas. No tardamos mucho en tener respuestas. Los primeros pejes fueron medianos, e incluso cobramos algunos dobletes y hasta tripletes.
Los ejemplares lucían saludables, vigorosos como suelen ser las flechas del Río de la Plata, y tomaban bastante lejos de la embarcación, cosa que dificultaba la visualización de las boyas pues la niebla tardaba en disiparse.
Fueron varias las capturas, entonces, que logramos a pulso, viendo cómo el peje “pedía hilo” en esta pesca que se hace a pick up abierto.
Contamos también con la presencia de una caña experta en la lancha además de la de nuestro guía Fabián.
Hablamos de Elías, guía que trabaja fuerte en la tercera sección del delta, cuyos recovecos conoce como nadie pues se crió en las islas.
Por su parte, el guía Fabián Smeail es un verdadero as en aguas abiertas, y cuenta con embarcaciones que son un lujo para los pescadores porque no saca gente en las funcionales pero elementales trackers, sino en lanchas de última generación, que equipó no sólo con todos los elementos de seguridad requeridos por Prefectura sino con los más modernos GPS, dos VHF, anemómetros (para medir la intensidad del viento), ecosondas e instrumental náutico. Así, fuimos haciendo cosecha en la mañana, sumando algunos grandotes entre los medianos.
Luego se planchó el agua, se despejó la niebla y la ausencia de viento hizo más esporádicos los piques. Allí saqué un as en la manga que siempre me da resultado cuando pasa lo mismo en las lagunas: la línea de boyas ping pong, con tramposas. La gran flotabilidad de estos aparejos plásticos cuya superficie queda casi toda fuera del agua hace que con una mínima brisa el aparejo navegue buscando pique. Y el resultado fue óptimo, dos a uno con respecto a otras líneas. En nuestro caso, usamos anzuelos 1/0 y hasta tres mojarras por encarne.
Y como cada salida al Riopla es una linda oportunidad de probar equipos, en esta ocasión testeamos dos cañas de notable respuesta. Por un lado la Spinit Carbon Air, excepcional para pescar en el Riopla. Sus 4,5 metros de largo permiten un cómodo manejo de líneas con boyas bien separadas (más de 1,20 entre boyas, cosa que permite que la línea copie bien las olas boya por boya). Es una caña fuerte, bien clavadora, ideal para traerse esos matungos de novela clavados a 100 metros, o algún patí de novela y por qué no un doradillo travieso. La complementé con un reel Sienna 250 FD con multi Power Pro del 0,16.
También probé otra caña potente, que brinda gran seguridad, como la Strike de Tech. Se trata de una caña de estructura bien cónica, en cosmética azul celeste, de 4,25 y siete secciones. Construida en grafito y kevlar y de acción heavy action, su robustez brinda las mencionadas garantías de no quedarnos cortos de equipo ante un doblete de pejes de kilo.
Un dato interesante que nos reflejó el guía es que el agua estaba en la zona de pesca en 18 grados. En cambio, más cerca de Buenos Aires, la temperatura era de 21 grados. Acaso en esas pequeñas diferencias térmicas encontremos las razonas por las que algunos guías vuelvan con magras cosechas mientras otros con cajones llenos.
Así, tras una soberbia picada al mediodía, seguida de las mejores empanadas, tras un par de horas de pesca en donde los piques se hicieron muy esporádicos (por falta de viento), decidimos emprender el regreso, temprano y contentos de habernos dado el gusto con las primeras flechas del Plata.
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