viernes, 13 de abril de 2012

Pascuas a puro pique con los bogones del Paraná de las Palmas




 El Paraná de las Palmas, a la altura del 
 puerto de Campana, nos permite hacer 
 una pesca de lujo y -sobre todo-  divertirnos 
 en grande con los más chicos. 



Por WILMAR MERINO
para Viva La Pesca

Un otoño cálido prolonga las chances de pesca de una combativa especie de la Cuenca del Plata como la boga, que alcanza tamaños sorprendentes en el Paraná de las Palmas, donde puertos cerealeros constituyen cebaderos permanentes que retienen a los mejores ejemplares. La yapa: pescar con niños y compartir su alegría por lograr estos tremendos misiles del río.

“Están las grandes”. En esas tres palabras mágicas con las que fuimos convocados pensaba cerca del mediodía el pasado Viernes Santo, cuando tres horas después de haber iniciado la pesca, no habíamos tenido un solo pique. Entonces, el momento mágico: una de las cañas acusa pequeños toques, le pedimos al pequeño Axel, de 8 años, que se preparara para clavar. 

Luego sobrevino la llevada firme que dio inicio a una brava pelea. Veinte minutos después, cansado de pelear con un verdadero “monstruo” de las profundidades del Paraná de las Palmas, el copo de nuestro anfitrión Raúl Serenelli lograba izar a “la bestia”: una boga de 3,020 kilos que pesamos con nuestra balanza digital.

El niño, que nunca había pescado un pez tan grande, trocó las muecas de disgusto y fastidio por una inmensa sonrisa que mantuvo el resto de las horas que duró la salida. Todo comenzó tres horas antes, partiendo del Campana Boat Club en la lancha de nuestro amigo Raúl Serenelli, el mismo que nos había llamado el día anterior diciendo esas palabras que fueron música en nuestros oídos: “Están las grandes, venite”.

Enseguida armamos la salida con mi hermano y mis sobrinos, Alan y Axel, de 12 y 8 años, respectivamente, ambos residentes en Inglaterra y ansiosos por visitar siempre nuestro país para vivir aventuras, caña en mano. 

Enseguida sorteamos los 75 km que, por Panamericana y ramal Escobar, nos separan del puerto de Campana, no sin antes dejar de pasar por masa y maíz en lo del Viejo Pacú, que en el km 41,700 de la Panamericana tiene una ubicación estratégica para aprovisionarse de buena carnada y suplir algún olvido.

Raúl Serenelli, a quien conocimos unas semanas atrás gracias al colega Oscar Vogel, nos esperaba con su lancha ya botada en el Boat Club, donde permiten la bajada de embarcaciones de no socios pagando un pequeño cánon. 

Basta navegar hasta el lugar llamado El 500, a sólo 5 minutos de la salida, frente a la planta de Siderca, para estar en zona de pesca. El anclaje requiere soga larga y una buena cadena atada al ancla. Lo remarcamos porque vimos muchos aficionados con embarcaciones personales que no podían retener sus lanchas con anclas que “garreaban” constantemente. Asimismo, cabe destacar la mala educación náutica de algunos aficionados que se ponen demasiado cerca de otros, molestando su pesca sin reparos.

Ya anclados en zona de toscas con mejillón asiático, lanzamos nuestros aparejos de un anzuelo (Owner o Mustad boguero fuerte de pata corta) con brazoladas de 70 cm. Llevamos salamín, masa y maíz. Y lo que mejor resultado dio fue enhebrar un par de granos de maíz remojado por la parte blanca y luego cubrirlo de masa, producto también elaborado con maíz molido, semitín, ajo y condimentos. 

En cuanto a equipos, usamos cañas Bog 2,40 de Surfish como equipos de bait y reeles tipo “huevito” modelo Luxor huevito de Tech.

La mañana no nos dio capturas y los chicos se aburrían. Pero a las 12 hubo “campana de largada” para el buen pique. A ese bogón de 3 kilos descripto en nuestro párrafo inicial, siguió otro de 2,700 logrado por Alan, y luego otra captura de su orgulloso tío, que no es otro que quien esto escribe. 

Luego, alguna boguita menor, un par de armaditos, algunos amarillos y bagres blancos. 
En resumen, a las 14.30 los chicos se dieron por satisfechos y decidimos regresar a puerto, cansados después de haber protagonizado buenas luchas de hasta 15 minutos hasta lograr extraer esos bogones de los 15 metros de profundidad que tiene el río en ese sitio. 

Es que la fuerte correntada juega a favor del pez, haciéndolo aún más fuerte. Y el mismo efecto de arrastre de la corriente nos obligó a usar plomos de 100 gramos para poder anclar la línea en el fondo. La brazolada larga permite darle cierta movilidad al cebo, o seguir trabajando pese a algún enredo.

Así las cosas, en pleno otoño, el Paraná de las Palmas, a la altura del puerto de Campana, nos permite hacer una pesca de lujo y -sobre todo- divertirnos en grande con los más chicos.

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