Los amigos de Extremo Litoral
nos traen el relato de la exitosa salida
de un grupo de pescadores de Rafaela
El día Sábado 21 de Julio partimos de Rafaela 4 amigos de innumerables salidas de pesca. Destino: El Rabón (Puerto Piracuacito) Provincia de Santa Fe, en el límite con la provincia del Chaco.
En esa zona de nuestro norte santafecino, el río ofrece las mejores alternativas de pesca en la segunda mitad del año, digamos que desde Junio hasta Diciembre. Se trata del momento en que acá en el sur, comienza el invierno, comienza también a enfriarse el agua y especies tales como el Dorado y el Surubí, no solamente suben buscando aguas un poco mas cálidas, sino también por que su genética llama a su reproducción y que mejor que aquellos lugares de Dios.
Lo que rebalsó el vaso, fue que gente de nuestra ciudad, la semana anterior había viajado a Puerto Piracuacito y tuvieron la suerte de subir a la embarcación alrededor de 30 surubíes, varios de buena medida, y la pieza mayor un Surubí de 43 Kg.; eso hizo hervir nuestra sangre y proponernos que si ellos pudieron, por que no nosotros.
Así fue que reunimos voluntades mi “hijo del corazón” Pablo, nuestros amigos en común Héctor Marcucci, Damián Andermatten y yo ( Rubén Eladio alias “Ruly”) y tras unos días de organizarnos, comprar algunos bártulos que nos faltaban para este tipo de pesca, permiso de por medio de nuestros familiares, partimos nomás para aquellos lares de nuestro litoral norte provincial.
Alrededor de las 5 hs de la madrugada subimos al auto los bolsos, equipos de pesca y nuestras ilusiones (que casi tuvimos que alquilar un remolque para cargarlas), hacía muchísimo que ninguno de nosotros no teníamos el placer de poder atrapar un buen pez, de los que te hacen trabajar mas de media hora para poder acercarlos a la embarcación, y poder filmar esa travesía y finalizar sacándose fotos con semejantes trofeos. Por eso organizamos un par de jornadas de pesca en uno de los lugares donde en estos momentos se están levantando buenos ejemplares de Dorados y Surubíes.
Al llegar a El Rabón, una población pequeñísima sobre la Ruta Nacional 11averiguamos cuál era el camino hacia Puerto Piracuacito y nos indicaron una calle perpendicular a la ruta casi en el extremo norte del pueblo. Tomamos por ahí, y a las pocas cuadras nos encontramos con un alambre cruzado en el camino y un cartel, al detenernos, inmediatamente se acercó una persona a cobrarnos un pequeño costo de peaje que estaba destinado al mantenimiento del camino hacia el puerto.
Luego de abonarlo y cruzar, comenzamos a hacer ese largo y hermoso camino en medio de un panorama mezcla de monte árido inundado, esteros, arroyos, lagunas, y lo mejor, los 12 puentes de madera crujiente que hay que transitar para vadear los cursos importantes de agua que hay en su recorrido. Algunos de un escaso par de metros y otros de casi 20 metros de largo donde la aventura se mezcla con la emoción, un poco de miedo y las muchas ganas de llegar a destino.
Alrededor de las 11 horas, ya habíamos terminado de recorrer los 16,5 km de camino para llegar por fin a Puerto Piracuacito, y tras la última curva hacia la izquierda, en los escasos 250 metros de recorrido se comenzaron a reconocer las primeras escasas viviendas y las cabañas que para esta época comienzan a estar repletas de turistas de todos los rincones de nuestro país.
Apenas llegamos, nos dirigimos presurosos al complejo de cabañas “Los Abuelos” donde fuimos recibidos por el propietario Ariel Villa, que luego reconocimos como una magnífica y hermosísima persona, portador de toda la humildad, sinceridad y honestidad que debe tener un comerciante que decida llevar adelante un emprendimiento de tamaña envergadura.
Un Ariel Villa (al que apodamos “el Jorge Rojas santafesino” entrado en kilos pero parecidísimo) y al que reconocemos por haber elegido llevar adelante ese tipo de oferta comercial de turismo y deporte, un verdadero vendedor de aventura e ilusiones, para todos aquellos que nos gusta la Pesca Deportiva y que siempre vivimos con la ilusión de llegar a tener en nuestros brazos una pieza de un tamaño y peso tal que nos cueste tanto levantarlo y abrazarlo como llegar a olvidarse de esos hermosos momentos vividos.
Nos ubicamos, nos cambiamos, nos sentamos a almorzar una riquísimas milanesas con ensalada, con el que fuéramos recibidos, y como teníamos todos puestos esa pesadísima mochila de ilusiones, hicimos un rato de sobremesa y ya comenzamos a cargar una hermoso tracker de 6,40 mt con una motorización de 85 hp con el que saldríamos a pescar toda esa tarde con el mismísimo Ariel Villa.
Cuando se concretó la salida, no lo podíamos creer, embarcamos de un salto y no veíamos la hora de comenzar a pescar.
Haciendo un pequeño resumen de la situación de lugar, el Paraná en esos lugares, es imponente, y si no fuera por las islas que cortan la visual, entre la costa santafesina y la costa correntina, hay unos 4,5 ó 5 km de ancho; entre Puerto Piracuacito y el límite interprovincial queda a escasos 1500 mts; y por dar mas referencias geográficas, Puerto Piracuacito queda unos 40 km río abajo de la ciudad de Empedrado (Corrientes) y unos 30 km río arriba de la ciudad de Bella Vista (Ctes.)
Ahora paso a relatar algunas alternativas de lo que fue la pesca esa tarde. Estábamos enterados de la presencia de Dorados de muy buen porte, algo de variada, muchos Armados entre 2 y 4 kg y Surubíes de todos los tamaños, mayormente de los “grosos” que solo en esta época y por esos lugares se ven. Entre las especies grandes, como lo dije están los Dorados y los Surubíes, pero ninguno está alimentándose por lo que iba a ser inútil probar con carnada viva, por lo que las populares “mamachas” fueron descartadas de cuajo. La única oportunidad que teníamos para tratar de conseguir ejemplares de buen porte, era utilizar señuelos de flote o media agua para intentar Dorados o bien utilizar buenos artificiales de fondo, para tratar de rastrillar el lecho del río en busca de Surubíes.
Ya desde antes de salir habíamos charlado de este tema y habíamos decidido que “O conseguíamos Surubíes de buen porte o NADA ! “
Por eso toda esa tarde nos dedicamos a full a esa tarea de búsqueda sin resultados, salvo unos cuantos Armados que a decir de Ariel, donde andan los Armados, andan los Surubíes, por que los Armados andan alimentándose de los desechos y regurgitados de los Surubíes. En realidad tuvimos algunos toques y alguna corrida pero como dijo nuestro guía de pesca, aparentemente en todos los casos, estaban tomando el artificial y nadando hacia la embarcación, lo que por sentirse un “afloje”, uno no “cañaba” y el bicho soltaba el señuelo.
En tantos intentos, perdimos unos cuantos señuelos, no recuerdo cuantos pero no fueron pocos, siendo 4 personas las que pescábamos.
Pero ya a la tardecita decidimos volver con las manos vacíes pero la frente en alto por que quedaba un día aún para seguir intentándolo.
Esa noche fuimos atendidos como reyes y cenamos un riquísimo asado con ensalada; con la consiguiente sobremesa llegando a acostarnos casi de madrugada.
Al día siguiente, nos levantamos, desayunamos abundantemente y embarcamos siendo aproximadamente las 8 hs. Salimos rumbo a la aventura para seguir intentando lograr algún buen “Toro del Paraná”.
Esa mañana –y ahora con la presencia de Diego que es guía de pesca y no de Ariel- otra vez rastrillamos el cauce del río en busca de alguna buena pieza en todos los lugares donde frecuentemente se suelen encontrar. Otra vez tuvimos unas cuantas pérdidas de artificiales, y logramos unos cuantos Armados que nos hicieron ilusionar y soñar con algún buen Surubí.
Siendo aproximadamente las 11 hs tuve un buen “toque” a lo que al comentárselo a Diego, me dijo que quizás “casi le enganché la cola” a algún cachorro, por lo que al volver a pasar en ese lugar, tuve un golpe durísimo en la línea, por lo que en un primer momento creí que podría tratarse de un enganche en alguna rama o tronco como hubo muchos y nos hicieron perder una docena de artificiales, pero inmediatamente me di cuenta que se movía y tiraba, por lo que comencé a pensar en positivo y a creer que se trataba de un “Surubí Tosco”, al detenerse la embarcación, comencé el trabajo de recoger línea, en una lucha que duró mas de media hora.
Fue una lucha de titanes realmente, ya que estando acostumbrado a pescar en algunos casos hasta 2 fines de semanas completos por mes, en algunos momentos sentí flaquear mis fuerzas y hasta sentí calambres en mis brazos y una mano. Me propuse que debía “trabajar” tranquilo y con inteligencia a ese coloso que al parecer tenía en la punta de mi línea y a no cometer errores que pudiera lamentar y terminar diciendo “Se me fue”.
Así fue que en ningún momento me dio tregua, ni se la dí. Luchamos a brazo partido, la caña que era una Fenwich trabajaba denodadamente por no dejarse doblegar por el peso colgado de su puntera y no quería yo exigirla para que no se quebrara y perder así la oportunidad de lograr la pieza que estaba constantemente quitando línea de mi rotativo que se quejaba cuando perdía tansa cada vez que el justo contrincante lo requería en la otra punta.
Fue hermosa toda esa lucha hasta que finalmente un Surubí de un porte fantástico asomó su cola a unos 5 mt de nuestra embarcación. Esos fueron los 5 últimos minutos de lucha, entre que volvía a hundirse y quitar línea y yo tratar de volver a arrimarlo a la lancha. Hasta que prácticamente sentí que se entregaba rendido y comenzó a flotar completo dando una idea mas acabada del semejante porte que tenía.
Allí Diego se aprestó a tomarlo para subirlo a la embarcación, por lo que luego de 2 ó 3 intentos pudo tomarlo de la cola y con un gran esfuerzo subirlo. Allí solté prácticamente la caña y pegué unos cuantos gritos a coro con los demás integrantes que explotaron de alegría, a igual que las 2 ó 3 lanchas que se habían acercado a presenciar el espectáculo y esperaban el desenlace. Fue hermoso y discúlpenme que lo vuelva a repetir, pero hacía casi 6 años que no pescaba un Surubí, y unos 11 que no lograba uno de los grandes.
Ahhhh, perdón, me olvidé de mencionarlo y quizás alguno se estará preguntando: ¿Y al final. . . Cuánto pesaba . . .? Bien, pesó en la balanza la friolera de 25 kg.
Regresamos a puerto para almorzar y descansar un rato. Así fue que Ariel nos hizo degustar unos riquísimos platos de ravioles con pollo, luego descansamos (es un decir, estábamos entusiasmados a full por el resultado de la pesca), y un par de horas después, volvimos a embarcarnos para probar con el mismo resultado de siempre, algún toque, artificiales perdidos, unos cuantos armados, pero no pudimos volver a repetir las muchas fotos y los videos de otra captura de un gran Surubí, esos colosos del Paraná que a veces se cruzan en nuestra vida de Pescador Deportivo para alegrarnos la vida, y regar de recuerdos nuestra trayectoria que quizás alguna vez podamos sentarnos a contársela a algún nieto.
Cuando se hizo la tardecita de ese Domingo 22 de Julio, maravilloso, volvimos nuevamente a puerto, donde ya teníamos nuestros equipajes ordenados, cargamos todo y emprendimos el viaje de regreso, siempre de noche y luego de recorrer unos 130 km pasábamos por la ciudad de Reconquista y seguimos por Ruta 11 plagada de tránsito de camiones que entorpecían un poco el recorrido. 70 km mas adelante pasábamos por Vera, unos 150 km mas pasábamos por San Justo, y unos 60 mas al sur, cruzamos Nelson y tomamos por Ruta 4 para poder tener una ruta mas “tranqui”, así fue que tras unos 100 km de recorrido llegamos a la Ruta 13, bajamos unos 5 km al Sur y tomamos la Ruta Nac. 34 que luego de los últimos 25 km ya estábamos en nuestra querida Rafaela natal; llegando a las 1,30 de la madrugada del Lunes 23.
Puedo decir que practicando caza y pesca Deportiva he recorrido muchos lugares, desde el sur al norte, de este a Oeste de gran parte de nuestro país; he practicado estos deportes durante largos y emocionantes 34 años y haber sentido esa calidez de amistad que nos brindo Ariel, dueño del establecimiento no me había pasado antes; de ahí que lo cargamos todo el fin de semana diciéndole que era un jugador de toda la cancha.
Muchas gracias Ariel !!!!
Solo nos queda agradecer a los contactos que nos hizo la gente de Extremo Litoral de Santa Fe, de que siempre nos consideren parte del grupo de gente que trabaja por el programa, que nos haya obsequiado las gorritas que lucimos en las capturas, y gracias a SURI que nos abrigó con esas camperas maravillosas que fabrica.
Saludos a todos y hasta una nueva aventura.
Lo que rebalsó el vaso, fue que gente de nuestra ciudad, la semana anterior había viajado a Puerto Piracuacito y tuvieron la suerte de subir a la embarcación alrededor de 30 surubíes, varios de buena medida, y la pieza mayor un Surubí de 43 Kg.; eso hizo hervir nuestra sangre y proponernos que si ellos pudieron, por que no nosotros.
Así fue que reunimos voluntades mi “hijo del corazón” Pablo, nuestros amigos en común Héctor Marcucci, Damián Andermatten y yo ( Rubén Eladio alias “Ruly”) y tras unos días de organizarnos, comprar algunos bártulos que nos faltaban para este tipo de pesca, permiso de por medio de nuestros familiares, partimos nomás para aquellos lares de nuestro litoral norte provincial.
Alrededor de las 5 hs de la madrugada subimos al auto los bolsos, equipos de pesca y nuestras ilusiones (que casi tuvimos que alquilar un remolque para cargarlas), hacía muchísimo que ninguno de nosotros no teníamos el placer de poder atrapar un buen pez, de los que te hacen trabajar mas de media hora para poder acercarlos a la embarcación, y poder filmar esa travesía y finalizar sacándose fotos con semejantes trofeos. Por eso organizamos un par de jornadas de pesca en uno de los lugares donde en estos momentos se están levantando buenos ejemplares de Dorados y Surubíes.
Al llegar a El Rabón, una población pequeñísima sobre la Ruta Nacional 11averiguamos cuál era el camino hacia Puerto Piracuacito y nos indicaron una calle perpendicular a la ruta casi en el extremo norte del pueblo. Tomamos por ahí, y a las pocas cuadras nos encontramos con un alambre cruzado en el camino y un cartel, al detenernos, inmediatamente se acercó una persona a cobrarnos un pequeño costo de peaje que estaba destinado al mantenimiento del camino hacia el puerto.
Luego de abonarlo y cruzar, comenzamos a hacer ese largo y hermoso camino en medio de un panorama mezcla de monte árido inundado, esteros, arroyos, lagunas, y lo mejor, los 12 puentes de madera crujiente que hay que transitar para vadear los cursos importantes de agua que hay en su recorrido. Algunos de un escaso par de metros y otros de casi 20 metros de largo donde la aventura se mezcla con la emoción, un poco de miedo y las muchas ganas de llegar a destino.
Alrededor de las 11 horas, ya habíamos terminado de recorrer los 16,5 km de camino para llegar por fin a Puerto Piracuacito, y tras la última curva hacia la izquierda, en los escasos 250 metros de recorrido se comenzaron a reconocer las primeras escasas viviendas y las cabañas que para esta época comienzan a estar repletas de turistas de todos los rincones de nuestro país.
Apenas llegamos, nos dirigimos presurosos al complejo de cabañas “Los Abuelos” donde fuimos recibidos por el propietario Ariel Villa, que luego reconocimos como una magnífica y hermosísima persona, portador de toda la humildad, sinceridad y honestidad que debe tener un comerciante que decida llevar adelante un emprendimiento de tamaña envergadura.
Un Ariel Villa (al que apodamos “el Jorge Rojas santafesino” entrado en kilos pero parecidísimo) y al que reconocemos por haber elegido llevar adelante ese tipo de oferta comercial de turismo y deporte, un verdadero vendedor de aventura e ilusiones, para todos aquellos que nos gusta la Pesca Deportiva y que siempre vivimos con la ilusión de llegar a tener en nuestros brazos una pieza de un tamaño y peso tal que nos cueste tanto levantarlo y abrazarlo como llegar a olvidarse de esos hermosos momentos vividos.
Nos ubicamos, nos cambiamos, nos sentamos a almorzar una riquísimas milanesas con ensalada, con el que fuéramos recibidos, y como teníamos todos puestos esa pesadísima mochila de ilusiones, hicimos un rato de sobremesa y ya comenzamos a cargar una hermoso tracker de 6,40 mt con una motorización de 85 hp con el que saldríamos a pescar toda esa tarde con el mismísimo Ariel Villa.
Cuando se concretó la salida, no lo podíamos creer, embarcamos de un salto y no veíamos la hora de comenzar a pescar.
Haciendo un pequeño resumen de la situación de lugar, el Paraná en esos lugares, es imponente, y si no fuera por las islas que cortan la visual, entre la costa santafesina y la costa correntina, hay unos 4,5 ó 5 km de ancho; entre Puerto Piracuacito y el límite interprovincial queda a escasos 1500 mts; y por dar mas referencias geográficas, Puerto Piracuacito queda unos 40 km río abajo de la ciudad de Empedrado (Corrientes) y unos 30 km río arriba de la ciudad de Bella Vista (Ctes.)
Ahora paso a relatar algunas alternativas de lo que fue la pesca esa tarde. Estábamos enterados de la presencia de Dorados de muy buen porte, algo de variada, muchos Armados entre 2 y 4 kg y Surubíes de todos los tamaños, mayormente de los “grosos” que solo en esta época y por esos lugares se ven. Entre las especies grandes, como lo dije están los Dorados y los Surubíes, pero ninguno está alimentándose por lo que iba a ser inútil probar con carnada viva, por lo que las populares “mamachas” fueron descartadas de cuajo. La única oportunidad que teníamos para tratar de conseguir ejemplares de buen porte, era utilizar señuelos de flote o media agua para intentar Dorados o bien utilizar buenos artificiales de fondo, para tratar de rastrillar el lecho del río en busca de Surubíes.
Ya desde antes de salir habíamos charlado de este tema y habíamos decidido que “O conseguíamos Surubíes de buen porte o NADA ! “
Por eso toda esa tarde nos dedicamos a full a esa tarea de búsqueda sin resultados, salvo unos cuantos Armados que a decir de Ariel, donde andan los Armados, andan los Surubíes, por que los Armados andan alimentándose de los desechos y regurgitados de los Surubíes. En realidad tuvimos algunos toques y alguna corrida pero como dijo nuestro guía de pesca, aparentemente en todos los casos, estaban tomando el artificial y nadando hacia la embarcación, lo que por sentirse un “afloje”, uno no “cañaba” y el bicho soltaba el señuelo.
En tantos intentos, perdimos unos cuantos señuelos, no recuerdo cuantos pero no fueron pocos, siendo 4 personas las que pescábamos.
Pero ya a la tardecita decidimos volver con las manos vacíes pero la frente en alto por que quedaba un día aún para seguir intentándolo.
Esa noche fuimos atendidos como reyes y cenamos un riquísimo asado con ensalada; con la consiguiente sobremesa llegando a acostarnos casi de madrugada.
Al día siguiente, nos levantamos, desayunamos abundantemente y embarcamos siendo aproximadamente las 8 hs. Salimos rumbo a la aventura para seguir intentando lograr algún buen “Toro del Paraná”.
Esa mañana –y ahora con la presencia de Diego que es guía de pesca y no de Ariel- otra vez rastrillamos el cauce del río en busca de alguna buena pieza en todos los lugares donde frecuentemente se suelen encontrar. Otra vez tuvimos unas cuantas pérdidas de artificiales, y logramos unos cuantos Armados que nos hicieron ilusionar y soñar con algún buen Surubí.
Siendo aproximadamente las 11 hs tuve un buen “toque” a lo que al comentárselo a Diego, me dijo que quizás “casi le enganché la cola” a algún cachorro, por lo que al volver a pasar en ese lugar, tuve un golpe durísimo en la línea, por lo que en un primer momento creí que podría tratarse de un enganche en alguna rama o tronco como hubo muchos y nos hicieron perder una docena de artificiales, pero inmediatamente me di cuenta que se movía y tiraba, por lo que comencé a pensar en positivo y a creer que se trataba de un “Surubí Tosco”, al detenerse la embarcación, comencé el trabajo de recoger línea, en una lucha que duró mas de media hora.
Fue una lucha de titanes realmente, ya que estando acostumbrado a pescar en algunos casos hasta 2 fines de semanas completos por mes, en algunos momentos sentí flaquear mis fuerzas y hasta sentí calambres en mis brazos y una mano. Me propuse que debía “trabajar” tranquilo y con inteligencia a ese coloso que al parecer tenía en la punta de mi línea y a no cometer errores que pudiera lamentar y terminar diciendo “Se me fue”.
Así fue que en ningún momento me dio tregua, ni se la dí. Luchamos a brazo partido, la caña que era una Fenwich trabajaba denodadamente por no dejarse doblegar por el peso colgado de su puntera y no quería yo exigirla para que no se quebrara y perder así la oportunidad de lograr la pieza que estaba constantemente quitando línea de mi rotativo que se quejaba cuando perdía tansa cada vez que el justo contrincante lo requería en la otra punta.
Fue hermosa toda esa lucha hasta que finalmente un Surubí de un porte fantástico asomó su cola a unos 5 mt de nuestra embarcación. Esos fueron los 5 últimos minutos de lucha, entre que volvía a hundirse y quitar línea y yo tratar de volver a arrimarlo a la lancha. Hasta que prácticamente sentí que se entregaba rendido y comenzó a flotar completo dando una idea mas acabada del semejante porte que tenía.
Allí Diego se aprestó a tomarlo para subirlo a la embarcación, por lo que luego de 2 ó 3 intentos pudo tomarlo de la cola y con un gran esfuerzo subirlo. Allí solté prácticamente la caña y pegué unos cuantos gritos a coro con los demás integrantes que explotaron de alegría, a igual que las 2 ó 3 lanchas que se habían acercado a presenciar el espectáculo y esperaban el desenlace. Fue hermoso y discúlpenme que lo vuelva a repetir, pero hacía casi 6 años que no pescaba un Surubí, y unos 11 que no lograba uno de los grandes.
Ahhhh, perdón, me olvidé de mencionarlo y quizás alguno se estará preguntando: ¿Y al final. . . Cuánto pesaba . . .? Bien, pesó en la balanza la friolera de 25 kg.
Regresamos a puerto para almorzar y descansar un rato. Así fue que Ariel nos hizo degustar unos riquísimos platos de ravioles con pollo, luego descansamos (es un decir, estábamos entusiasmados a full por el resultado de la pesca), y un par de horas después, volvimos a embarcarnos para probar con el mismo resultado de siempre, algún toque, artificiales perdidos, unos cuantos armados, pero no pudimos volver a repetir las muchas fotos y los videos de otra captura de un gran Surubí, esos colosos del Paraná que a veces se cruzan en nuestra vida de Pescador Deportivo para alegrarnos la vida, y regar de recuerdos nuestra trayectoria que quizás alguna vez podamos sentarnos a contársela a algún nieto.
Cuando se hizo la tardecita de ese Domingo 22 de Julio, maravilloso, volvimos nuevamente a puerto, donde ya teníamos nuestros equipajes ordenados, cargamos todo y emprendimos el viaje de regreso, siempre de noche y luego de recorrer unos 130 km pasábamos por la ciudad de Reconquista y seguimos por Ruta 11 plagada de tránsito de camiones que entorpecían un poco el recorrido. 70 km mas adelante pasábamos por Vera, unos 150 km mas pasábamos por San Justo, y unos 60 mas al sur, cruzamos Nelson y tomamos por Ruta 4 para poder tener una ruta mas “tranqui”, así fue que tras unos 100 km de recorrido llegamos a la Ruta 13, bajamos unos 5 km al Sur y tomamos la Ruta Nac. 34 que luego de los últimos 25 km ya estábamos en nuestra querida Rafaela natal; llegando a las 1,30 de la madrugada del Lunes 23.
Puedo decir que practicando caza y pesca Deportiva he recorrido muchos lugares, desde el sur al norte, de este a Oeste de gran parte de nuestro país; he practicado estos deportes durante largos y emocionantes 34 años y haber sentido esa calidez de amistad que nos brindo Ariel, dueño del establecimiento no me había pasado antes; de ahí que lo cargamos todo el fin de semana diciéndole que era un jugador de toda la cancha.
Muchas gracias Ariel !!!!
Solo nos queda agradecer a los contactos que nos hizo la gente de Extremo Litoral de Santa Fe, de que siempre nos consideren parte del grupo de gente que trabaja por el programa, que nos haya obsequiado las gorritas que lucimos en las capturas, y gracias a SURI que nos abrigó con esas camperas maravillosas que fabrica.
Saludos a todos y hasta una nueva aventura.
Fuente Extremo Litoral
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