viernes, 20 de enero de 2012

Dura batalla contra los tigres del Uruguay


Villa Paranacito es un verdadero multipesquero
que nos sorprende todo el año.


Por Wilmar Merino 

El menú del momento pasa por sus grandes dorados, ésos que están uno o dos kilos arriba en su promedio con respecto a los que podemos lograr habitualmente en el Río de la Plata, sin contar sorpresas mayúsculas que serían dignas de una buena pesca en renombrados pesqueros del Paraná medio, como Esquina o La Paz. Por eso se justifican plenamente los 170 km. que separan esta coqueta localidad del sudeste entrerriano del Obelisco porteño.


Respuesta inmediata
La trastienda de esta visita indica que el jueves, a las 22, el guía Claudio Lesik -que había estado dos semanas sin Internet- nos mandó un mail diciéndonos que la pesca de dorados era excelente. Y como el periodismo está hecho de milagros, quiso el destino que justo estuviéramos chequeando informes cuando nos entró ese mensaje, por lo que llamamos de inmediato al guía para ver si estaba disponible el día viernes. 

“Tengo gente el sábado y el domingo, pero mañana no, así que si quieren venirse los espero”. Bastó colgar con el guía para llamar y encontrar un “sí” del otro lado de la línea con un viejo amigo, Roberto Scocco, responsable de los copos EnMar, quien nos acompañó en esta salida. Así las cosas, seis horas después de haber recibido el mail, nos encontrábamos en Panamericana rumbo a Paranacito, por la ruta de los puentes hasta el km. 155, no sin antes pasar por lo del Viejo Pacú a cargar “lombrices y anguilas medianas”, tal cual nos pidió el guía. Lombrices para sacar bagres amarillos en un cebadero donde pescadores comerciales faenan sábalos y descartan el triperío. Y anguilas para complementar la oferta ante dorados grandes de verdad, amantes de bocados suculentos. 

Al llegar a Paranacito, nos esperaba el guía con la lancha al borde del camino costanero y los mates bien calientes. Navegamos por el Sagastume hasta un punto donde encontramos un bungalow perteneciente a pescadores, mal llamados “artesanales”. Allí armamos una línea de dos anzuelos bagrera, con plomito de 20 gramos y entre los tres sacamos unos 30 amarillos en media hora. Era tirar y sacar. Con los ejemplares vivos en tambores especiales que están en el casco de la lancha a tal efecto, seguimos viaje hasta salir al Uruguay y de allí enfilamos con rumbo Norte hasta los bancos que están a la salida del río Negro, a metros de la República Oriental del Uruguay. Allí hicimos pesca al garete sobre los bancos. 

Armamos cañas fuertes para clavadas a distancia con encarnes duros, como el del bagre amarillo. En mi caso, usé una Silstar Rooster de 2,10 mts., y mi amigo Roberto optó por una Shimano Convergence de las viejitas, pero de tremenda eficacia. Encarnamos bagres vivos del lomo, usando plomito pasante de 10 gramos sobre el multifilamento. En el caso de bagres muy grandes, los fileteamos usando la cola entera o postas grandes. Las anguilas, enhebradas en el anzuelo, pero sin matarlas. Fueron dos horas de llevadas clavadas y aciertos y yerros. “Cuando el dorado no salta sigan clavándolo, que tiene el bagre en la boca, pero no lo pincharon”, dijo el guía. Y tenía razón. Muchas peleas se acabaron cuando el tigre soltó el cebo a pocos metros del bote. En cambio, cuando lo pinchábamos, enseguida nos regalaba el salto a lo lejos. Logramos una docena de ejemplares de 1 a 4 kilos, con varios que supusimos muy grandes, pues nos dominaron por completo antes de irse. 

Luego nos introdujimos en aguas del río Negro, que mostraban una contrastante claridad con las amarronadas aguas del Uruguay. Allí hicimos spinning, logrando ejemplares grandes de dorados que tomaron las geniales mojarras NG con paleta escalonada, que siempre nos dan buen resultado. Tras un almuerzo con sabor a gloria pasando las 14, el río Uruguay se encrespó notablemente por acción de un fuerte viento Sur y decidimos regresar anticipadamente, previniendo males mayores. Tardamos una hora en volver, saltando sobre las olas. Y al llegar al Sagastume, ya seguros, el guía nos propuso prolongar la diversión testeando las boquitas de arroyuelos, bajo copas de árboles. Fue un acierto: rematamos la tarde pescando doradillos en bait, con señuelitos chicos como las bananas de Alfer’s para taruchas, o pequeños lipless con rattlin que enloquecieron a nuestros bravos rivales. Así las cosas, una vez más, Paranacito nos premió con sus bondades. Nos despedimos del guía -dechado de virtudes del ser entrerriano- prometiendo estar muy atentos a cada mail suyo para repetir la visita cuanto antes.



SERVICIOS
Guía de Pesca: Claudio Lesik cuenta con una moderna lancha equipada con todos los elementos de seguridad, plataforma de casteo y motorización Suzuki de última generación. Este guía cuenta con una vasta experiencia en la zona y su trato de a bordo es inmejorable, pues se dedica a que el cliente la pase bien, y no a pescar como otros profesionales. Tel. para reservas: 03446-15403702 y 03446-495274.
Carnadas: El Viejo Pacú cuenta con anguilas, morenas, anzuelos con leaderes, plomitos pasantes y todo lo necesario para suplir algún olvido. Km 41,700 de la Panamericana, ramal Escobar, Ing. Maschwitz. Tel. 03488-15451045 y 03488-445367.

Fuente: Viva la Pesca de Diario Popular

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