Rica variada nocturna en el porteño Río de la Plata

Pescar de noche, solución para la ola de calor

Por Wilmar Merino

Una semana con temperaturas que orillaron los 40 grados hizo que salir a pescar fuera no sólo una tarea no tan placentera como siempre sino, decididamente, una tarea que ponía en riesgo la salud.

La solución ante este panorama no fue dejar de pescar, sino aprovechar la franja horaria donde evitásemos temperaturas tan extremas: así las cosas, pescar de noche fue una gran opción.

Otra motivación nos decidió a volcarnos a esta pesca: probar una masa a la que le hicimos mejoras, y que a la postre nos resultó un cebo muy efectivo para pescar diversas especies con la llamada línea coreana.

La receta principal de la misma nos la pasó un viejo socio de la Asociación Argentina de Pesca, Carlos Gallardo, gran pescador de bogas y carpas.

Y a la misma le modificamos tres ingredientes, y la rebautizamos Masa WM (Wilmar Merino).

Tras llevar adelante la nueva receta, sólo quedaba la etapa de testeo.


Noche en la Asociación

Frecuente ámbito de encuentro familiar y gran pesquero en todas las épocas del año, la Asociación Argentina de Pesca fue el ámbito elegido para testear la masa.

El sábado a la noche, la ausencia del sol sólo disminuyó unos pocos grados la temperatura ambiente, pero el viento del Este, moderado, hizo que la sensación térmica fuera agradable.

Llegamos al club de pesca mencionado a las 22.30, notando la gran concurrencia de gente en este muelle iluminado.

Buscamos un sector despoblado de cañas entre los refugios 3 y 4 y armamos equipos consistentes en cañas de bait de 2,10 Silstar, reeles Shimano Callisto y las llamadas líneas coreanas.

Estas consisten en un plomo pasante de formato cajón (para evitar que “camine” por efecto de la corriente) y un resorte mediano para retener la masa, del que cuelgan tres o cuatro anzuelos de pata corta y bien afilados, atados con backing de mosca, preferentemente, y a los que ocultaremos dentro de la bola de masa que usaremos de carnada.

Con la masa, que llevamos envuelta en un trapo apenas húmedo y en una sola pieza, armamos bolas del tamaño de una pelota de ping pong sobre el resorte-retén y allí ocultamos los anzuelos, tratando de que la punta quede hacia afuera.

Este cebo no debe ser ni muy blando como para que se deshaga durante el tiro, ni muy duro como para que al pez le cueste trabajo comerlo.

La carpa -pez chupador y no mordedor como la boga- irá ingiriendo pequeñas cantidades al probar el cebo, hecho que veremos como leves toques en la puntera de la caña.

Luego, sí vendrá la corrida franca, señal de que un anzuelo ha penetrado en su boca.

Será el momento de clavar suavemente e iniciar la pelea.

Usamos cómodos dispositivos para tener la caña a 45 grados sobre el agua, aunque lo mejor siempre será tener la caña en la mano.

La sorpresa fue que a la masa no sólo la tomaron de buen agrado las carpas (sacamos varias de 1 a 3 kilos), sino también bagres, pequeños armados de no más de un kilo, y dos lindas bogas de 1,5 kilos aprox.

Como vemos, una buena variada.

Un socio nuevo de la Asociación que conocimos esa noche y que mateaba junto a su esposa cerca nuestro, Enrique Guevara, lamentó la pérdida de un hermoso dorado que le armó una galleta a la hora de bajarle el mediomundo (tarea dificultosa por el viento reinante), pero tuvo revancha.

Le pasamos un poco de masa y clavó una hermosa carpa de 5 kilos.

Otro gran ejemplar en nuestras cañas nos terminó de convencer de que la masa era un golazo y cerramos la noche, a las 3.30, muy satisfechos de la faena lograda. 

Así las cosas, si se complica ir a pescar de día, pruebe de noche.

Con una buena masa, seguro no fallará. 

Fuente: diariopopular.com.ar
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