Lisones de Mar Chiquita, desde el hidro deslizador

La pesca de Lisas es apasionante,

por los múltiples desafíos que presenta.

por Wilmar Merino

para Viva la Pesca, de Diario Popular

VIVA LA PESCA Publicación declarada de Interés Turístico
por la Secretaría de Turismo bonaerense según decreto Nº 381/2011

La pesca de Lisas es apasionante, por los múltiples desafíos que presenta.

Y de todas las posibilidades de pesca que ofrece la especie, una de las más aventureras es la pesca de la misma desde un deslizador.

Se trata de una embarcación deslizante, con motor y hélice de avión, que puede desplazarse sobre la superficie con un calado mínimo, por lo que esta embarcación se convierte en un medio de transporte único para llegar a lugares únicos e inaccesibles.

Precisamente estos lugares son los mejores para pescar lisas.
En la albufera de Mar Chiquita, ámbito muy particular por su toponimia y biodiversidad, hay un “Maradona” para las lisas. Esa persona es El Turco Elías.

Junto a él, si bien con lisas nunca podemos decir que es imposible fallar, los márgenes de riesgo se achican, pues es un gran conocedor de su ámbito, del que se confiesa “enamorado”.

En el relevamiento de Viva la Pesca fueron parte dos guías reconocidos del corredor de ruta 2:

Juan Bravi y Luis de El Repollo.

Así las cosas, con tres cañas liseras de primera -contando al Turco- y un día magnífico con suave viento matutino y luego laguna planchada, el resultado no podía ser otro que el de un éxito rotundo. 

El deslizador -equipado con motor Audi y hélice de avioneta- no puede llevar más de tres pescadores, sin contar al guía. Así, el grupo partió del Recreo Juan y Juan y trabajó los pesqueros habituales: la zona del médano blanco, la rinconada, la chanchería, la bahía.

La laguna está baja, la cota no pasa 70 cm, y la pericia del guía para navegar entre los bochones emergentes es digna de admiración.

Elías provee al visitante de las líneas adecuadas para pescar en este lugar, así como de cañas y reeles si hicieran falta. Pero la clave está en la variedad de carnadas: desde pesceto, corazón y pansa de lisa coloreados, a la saborización con un líquido llamado gamefish baitmate, que no se consigue en el país.

Todo decorado con purpurina para darle mayor atractivo. La salida comenzó a las 10 de la mañana, pero con viento, el pique fue remiso en las primeras horas.

Pero cuando se planchó el espejo, cerca del mediodía, hubo un pique tras otro: las lisas comían firmes y los portes asustaban. Hubo lisones de 2,700 kg, entre las del promedio de 1,5 kilos.

En total, sacaron 38 ejemplares hasta que dijeron “basta” y anticiparon el regreso para auxiliar a otro deslizador que se había quedado.

Cabe destacar que la mayoría de los piques se da bien lejos de la embarcación, por lo que la caña debe ser fuerte para lanzar el aparejo a distancia. La línea conviene pedírsela al guía, pues la forma de sus boyas y su confección es muy especial, pudiendo decirse sin riesgos que se trata de una línea destinada a ser usada en este ámbito únicamente. “Dejamos de pescar en pleno pique, pero ya no dábamos más”, fue la frase de El Repollo que sintetizó lo vivido.

En el camino, tanto de ida como de vuelta, los ojos de nuestros amigos se fueron maravillando con el paisaje y los habitantes de esta Reserva Mundial de la Biósfera: desde chanchos cimarrones a chorlos dorados, pasando por flamencos, ñandúes y zorros.

Además, a diferencia de otros ámbitos librados a la buena de Dios, aquí los guardaparques cuidan con celo la laguna y no se ven trasmallos ni espineles.

Vale la pena prever alternativas ante una salida frustrada, ya que con viento fuerte se aborta la salida. Será el momento de probar con los lenguados en el puente de Celpa o con los pichones de corvinas negras en la boca. Si anda de vacaciones por la costa, vaya y disfrute de esta pesca.

No siempre la cosecha es tan abundante, pero la sola salida en este paisaje y con el deslizador, ya vale la pena.

Fuente: diariopopular.com.ar