Chascomús tiene y entretiene,
sin grandes pretensiones de tamaño
por WILMAR MERINO
para Viva la Pesca, de Diario Popular
Así, no lo dudamos y nos dirigimos hacia la laguna de Chascomús, donde la Asociación Argentina de Pesca tiene un coqueto camping con buenos servicios y un excelente muelle donde podemos intentar la pesca con los chicos en condiciones seguras.
Para llegar, tomamos Ruta 2 hasta el Km. 124 y desde allí nos desviamos por el camino de circunvalación bordeando la laguna por el lado izquierdo, pasando el Intech y dos arroyos (el Girado y La Tambera) hasta llegar al predio de la Asociación Argentina de Pesca en el lugar denominado paraje Monte Brown.
Allí la AAP cuenta con un amplio predio arbolado con parrillas, juegos infantiles y confitería, y en la laguna ofrece, cruzando la calle, un muelle recientemente remodelado.
De acuerdo a las condiciones actuales de la laguna, conviene tirar lejos buscando mayor profundidad, por lo que se impone la pesca de fondo para mayor garantía de buenos resultados. Eso no quita que probando con una tradicional línea de flote, de cinco boyitas yo yo chicas, podamos lograr varios juveniles.
Nuestro colaborador Roberto Gil y su pequeño hijo Santino fueron grandes protagonistas de una jornada familiar donde hermanos, primos y cuñados se divirtieron en grande con las de cuatro metros, tirando lo más lejos posible con mojarrita como carnada. Para eso fueron útiles cañas fuertes como la Chasicó de Surfish, la Striker de Tech o la Spectrum de Spinit, cañas aptas para poder meter bien adentro una línea con un plomo de 50 gramos.
Los aparejos utilizados fueron líneas convencionales de dos o tres anzuelos número 2 (grandecitos para evitar que los pejes juveniles se atraganten y poder devolverlos en caso de que no dieran la medida). En algunos casos usaron una boyita elevadora para hacer que las brazoladas no se apoyen en el fondo y trabajen en diagonal entre fondo y superficie. También fue efectivo el encarne de dos mojarras chicas en lugar de una grande.
Los piques eran francos: dos o tres cabeceos, clavada, y a traer el peje, que pronto ganaba la superficie zigzagueando mientras procuraba zafar.
Llamó la atención los considerables tamaños obtenidos dada la modalidad de pesca: hubo varios pejes que pasaron los 30 cm. En estas condiciones de bajante, tirar más suele ser sinónimo de pescar más. La clave es lograr depositar la línea en profundidades que oscilen entre los 0,80 cm y el metro veinte. Esta variante, si bien es menos sensible que la de pescar a flote, es sumamente útil en ciertas condiciones como las descriptas, cuando hay que tirar lejos, o por ejemplo cuando tenemos fuerte viento de frente y necesitamos poder llevar un aparejo lo más alejado de la costa posible.
Para nuestra sorpresa, no sólo de pejes se nutrió la cosa. Más allá de algún bagre lagunero, salieron un par de carpitas menores entre aficionados que las tentaron con masa, y en horas de la tarde dos taruchitas de un kilo se colaron entre los pejes, demostrando que la especie comienza a recuperarse en este ámbito donde -lamentablemente- seguimos teniendo noticias de furtivismo ocasional, sobre todo en el arroyo Girado.
Las bondades ya descriptas de un predio apacible permitieron hacer un alto en horas del mediodía para disfrutar de un buen asado, y por la tarde siguió la buena pesca, acentuándose en las últimas horas de sol, donde el peje volvió a activarse.
Prometiéndonos volver a relevar el espejo de embarcados, nos fuimos felices de ver que Chascomús tiene y entretiene, sin grandes pretensiones de tamaño. Lo cierto es que, seleccionando las piezas, podemos extraerle una digna cuota y disfrutar de las bondades de la pesca en una ciudad con todos los servicios para el pescador deportivo y su familia.
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